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  • Fotos: Robert W. Anderson

Un ciclo vicioso que parece nunca terminar


Las imágenes hablan por sí solas, pero nos vamos a concentrar en las terribles consecuencias que estos incendios dejan en este caso en el estado de California, Estados Unidos, sobre los suelos y no tanto de los incendios en sí mismos. Estos fenómenos - que serán cada vez menos extraordinarios - dejan consecuencias difíciles de revertir en los suelos que afectan.

Regularmente en las zonas boscosas los árboles son una gran protección para los suelos. Su sistema de raíces aglomera los suelos y su follaje protege a éstos del impacto directo de las gotas de agua.

Otra protección son la hojarasca y las ramas secas sobre los suelos.

Después de un incendio los follajes desaparecen y la hojarasca se convierte en ceniza. Esto hace que los suelos queden sin protección, que se incremente la erosión y el peligro de deslave o deslizamiento de los suelos en la época de lluvia.

En este caso le ha tocado al estado de California. Los fuegos forestales casi siempre ocurren en el verano/otoño y los deslaves en invierno/primavera (época de lluvias). Un ciclo vicioso que como decíamos al prinicipio, parece nunca terminar. No mientras la acción del hombre no cambie.


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